¿ Cuanto vale tu tiempo? El primer día y una hora más tarde todavía leíamos a cuatro ojos una etnografía andina. El tiempo para el pueblo estudiado se dividía de forma diversa durante el año, había meses que valía más y meses que valía menos. Pero la cosa no dió para más, Margarita nos hizo pasar a su despacho con una sonrisa en los labios y la mirada puesta es su reloj, disculpen la espera. Disculpada. Escuchó con atención el hecho que queríamos abrir una cuenta bancaria en Argentina, para evitar todos los inconvenientes de poder sacar solo trescientos pesos cada vez que íbamos a un cajero automático. Habíamos tardado unos tres minutos, máximo cuatro, en exponer la situación. Margarita lo comprovó con un gesto casi automático, girando su muñeca, la que llevaba el reloj. No se preocupen, vengan la semana que viene y traigan los estractos de sus cuentas corrientes. Tardamos más en despedirnos, entre ciaos, sonrisas, besos en la mejilla y saludos, que en decirnos lo